presentación de leandro cappetto |
La obra de Perec es bastante extensa. Pero mucho más extensa es la cantidad de cosas escritas sobre él y su producción. Ante esta situación, me gustaría comentar, sólo comentar, una cosa en particular. Y esta cosa tiene que ver con el carácter fragmentario de sus escritos. Me gustaría centrar la atención inicialmente sobre dos libros: “tentativas de agotar un lugar parisino” y “me acuerdo”. Ambos son registros, uno de un espacio, otro de un tiempo. El primero recurre a la observación para registrar la plaza saint suplice de parís. El otro recurre a la memoria para registrar una época, que es la de su adolescencia. Ambos registros, uno temporal y el otro espacial, se construyen a partir de fragmentos. En un caso, ordenados por orden cronológico, según la sucesión temporal de las observaciones. En el otro, ordenados en una sucesión numérica impuesta externamente, sin un orden interno aparente.
Sin embargo, en ambos, aparece una pretensión de totalidad que tensiona la lectura fragmentaria planteada. En “me acuerdo”, una pretensión de recrear una época, de revivir la memoria colectiva de un país, o al menos de una ciudad, en este caso, la parís ente 1946 y 1961, la parís de la adolescencia de perec. En “tentativa de agotar un lugar parisino”, la intención de reconstruir una situación inaprehensible, de intentar recrear la atmósfera de un lugar durante dos días y medio, en este caso, la plaza saint-sulpice entre el viernes 18 de octubre de 1974 a las 10.30hs y el domingo 20 a las 13.05hs. En ambos casos se utiliza el mismo recurso: el listado. Pero es un listado particular: es un listado libre de jerarquías y de categorías, parecido al de la famosa enciclopedia china borgeana. Se registran inditintamente: (imagen?)
colectivos con sus números, paradas y colores, cansancios del autor, fluctuaciones de luz natural, un coche amarillo bien en el fondo, un hombre cuyo brazo izquierdo está enyesado...
o un recuerdo
de que Kruschev golpeó la tribuna de la ONU con su zapato (me acuerdo nro 125),de que su primera bicicleta tenía ruedas macizas (me acuerdo nro 133), de que Jean Paul Sartre trabajó en el guión de Freud de John Huston (me acuerdo nro 215), de Lee Harvey Oswald (me acuerdo nro 265), de las guerras de almohadas (me acuerdo nro 415)...
en ambos casos la mezcla de historias, de objetos, de nombres, de situaciones, de partes, de tiempos, de espacios. Y si a eso es a lo que se acude, la estrategia es la acumulación, suponiendo un valor en la cantidad por sobre la calidad. Construyendo casi un elogio de la redundancia. Entendiendo que una manera de entender la realidad es hacerlo en su momento fragmentario y múltiple, y que su reconstrucción en un todo, en una misma cosa, es un acto artificial, tan artificial como lo es escribir palabras unas después de otras sobre una hoja de papel.
Pero aparece otra cosa en estos dos libros, que estará mucho más desarrollada en otros. Y tiene que ver con la relación entre el tiempo y el espacio. En realidad, entre dos tiempos y dos espacios. Porque perec juega todo el tiempo con dos tiempos y dos espacios. El espacio y el tiempo de lo registrado, y el espacio y el tiempo del registro. Y uno no se impone sobre el otro, sino que convivien. Dónde? Nunca se sabe. Es como si estuviesen en un espacio imaginario entre el espacio de la hoja de papel sobre la que anota y el espacio del cual toma notas. Cuándo? Tampoco se sabe: en un tiempo extraño, no líneal, sino interrumpido, serpenteante, torcido, entre el tiempo de lo registrado y el tiempo del registro.
En “La vida: instrucciones de uso”, la relación entre tiempo y espacio alcanza un grado de complejidad aún mayor. Se cuenta la historia de un edificio, a través de la historia de sus partes: de sus habitaciones, de sus halles, de sus escaleras, de su ascensor. Y la historia de la escalera es la historia de su construcción, pero también es la historia de quien la sube hoy por la tarde, y la de la charla entre el señor del 4to b y el repartidor de correos la mañana anterior, o la historia de esa noche que se cortó la luz y alguien misterioso cayó por sus escalones. La historia de un espacio es así la historia de distintos tiempos de ese espacio, así como la historia de una habitación, es la historia de quién allí durmió hace cincuenta años, de quien hoy lee un libro en un sillón en el lado de la ventana, de cómo se pintó el cuadro que cuelga sobre una pared, y de qué hacía esa joven que aparece pintada, de quién está detrás de la tela, sin aparecer, ese a quien la joven pintada saludaba al momento de ser pintada. La historia de un espacio es así la historia de los objetos que lo pueblan y que lo poblaron y poblarán. Así, un tiempo recurre a un espacio, pero a la vez a otros tiempos, a otros tiempos de lo narrado y al tiempo de la narración.
Este modo de aproximación al registro de algo, sea lo que sea que ese algo sea, intenta construir por analogía la complejidad de lo registrado. Y en esa analogía no reconstruye, sino que construye realidad y registro de realidad al mismo tiempo. Reconoce en este acto la inaprehensible complejidad de lo registrado, su artificiliadad, su interés, sus caprichos. Reconoce la multiplicidad y hace uso de ella, de otro modo, inevitablemente. Reconoce la multiplicidad de actores y actantes, de objetos, de tiempos, de voluntades, de conflictos, de situaciones. Y a través de la acumulación los pone uno al lado de otros, como si fuera un collage.
Texto por Leandro Cappetto.